Papel borrador

A lo largo de este Blog, cada vez más leído y comentado de manera respetuosa (no me alcanzan los GRACIAS, nuevamente GRACIAS) espero poderles transmitir que no tengo la ambición de formular grandes teorías ni verdades. Escribir mi Palabra Apropiada se trata solamente de meterme conmigo misma y con lo que me desafía mi trabajo, que a veces se parece al de ustedes. 

En una supervisión muy conmovedora con las residentes de Psicopedagogía del Hospital de Niños Gutierrez, el querido «Guti», trabajamos sobre un caso que me ayudó a concretar algunas ideas. Escuchaba con atención la historia de un chico, llena de sufrimiento y adversidades, y el compromiso de la psicopedagoga a cargo. Ella iba organizando la exposición con mesura y criterio técnico, relatando las etapas de vida de este paciente, los momentos de desarrollo y los avances que había podido promover con sus intervenciones a la vez que planteaba sus preguntas.

La verdad es que terminamos todas lagrimeando porque se trataba de una historia casi de novela, con un final … bastante feliz, al menos al día de hoy porque quién sabe cómo seguirán las cosas.

Trabajar con personas que tienen dificultades para aprender, implica tomar contacto con la realidad de familias sumidas en la preocupación. El presente de ellos se mezcla inevitablemente con las dudas que tienen sobre el futuro. No importa si se trata de un problema menor de aprendizaje o de una dificultad inhabilitante profunda. No importa el grado de compromiso o el nivel de afectación, siempre van a aparecer los fantasmas acerca del porvenir.

Para algunos la expectativa será si su hijo/a puede «subir las notas», si «pasa de grado», si «lee mejor y sin trabarse«. Para otros será si su hijo/a podrá «desenvolverse solo/a», «autoabastecerse», «vivir por sus medios» cuando ellos ya no estén. Lean las comillas como lo que son: citas textuales.

¿Suena exagerado? Para nada. En estos tantísimos años dedicada a la psicopedagogía con familias, esta preocupación la escuché muchas veces.

Los profesionales de la Psicopedagogia entramos a trabajar en un momento de incertidumbre donde la familia no sabe si ocurrirá algo que esperan. Sin embargo no les podemos asegurar hasta dónde, o cuándo / cuánto podrá nuestro paciente. Imposible saberlo. Y si alguien se los dice, les está mientiendo. Los pronósticos son inciertos. Podemos tener expectativas, y desde la experiencia sabemos que hay casos exitosos. Y con esos testimonios y registros, podemos revisar los procesos de los que progresaron, para tal vez replicar o generalizar nuestras intervenciones. 

Por eso digo fuerte y con alegría: claro que podemos apostar! Siempre «hay con qué» y para eso trabajamos. No tengo dudas. Y lo digo con más trabajo hecho en el campo de la discapacidad que en otras poblaciones, con familias que llegaron con hijos o hijas con todos los puntajes en negativo, bajo cero, en rojo. Con todo en contra, como el muchachito de la supervisión.  Y aquí no quiero sonar edulcorada, pero esos chicos y chicas me enseñaron que la fuerza, el deseo y la constancia pueden hacer mucho más que lo que algún desafortunado vaticinio les decía. Siempre se puede.

Entonces, si no podemos vaticinar ni asegurar resultados concretos,  ¿qué hacemos los/las profesionales de la Psicopedagogía?

Hay varias posibles definiciones que sistematizan lo específico de la Psicopedagogía, a qué nos dedicamos y cuál es el objetivo que tiene nuestra profesión. Voy a ofrecerles la mía, la que formulo en palabras íntimas, la que con cada paciente siento que es hacer Psicopedagogía.

Lo que hacemos verdaderamente es validar las etapas previas, los momentos intermedios del proceso total.

Damos crédito a que cada pequeño avance es parte del gran final.

Damos valor a cada papel borrador como parte del proceso. Construimos junto a nuestrx paciente que cada etapa provisoria, cada ensayo, es la mejor forma de empezar a acercarnos al resultado esperado.

Ponemos atención y cuidado a que «lo que se va haciendo», es «hacer» de la manera que cada quien puede en cada momento.

Más adelante será distinto. Hoy es así. Y sin este así, sin este papel borrador, el camino no tendría punto de inicio.

Un paciente al que adoro, empezó su proceso psicopedagógico muy desorganizado, muy enojado y mal predispuesto. Cualquier iniciativa de jugar / trabajar / hablar, lo que fuera, lo enojaba, lo frustraba. Todo era difícil, aburrido, innecesario. Esto mismo se manifestaba de maneras muy inadecuadas en la escuela, espacio al que él llevaba todas estas formas muy negativas de relacionarse, tanto con sus grupos como con los contenidos del aprendizaje.

Poco a poco fue apareciendo una novedad: la alegría y el involucramiento. Todavía le cuestan muchas cosas, pero empezó a aparecer en él una encantadora forma de ser, que se revela en una necesidad de hacer, algo que sale verdaderamente de él. De repente es también una fuente inagotable de afirmaciones. Las escribo y me las guardo porque sus verdades son geniales. Da placer escucharlo, más cuando se toma perspectiva de cómo estaba hace unos meses. «Cuando hacés algo por primera vez, suele ser en la mayoría de las veces, porque algo te inspira». Descubrió que si se queda tranquilo (tiene identificados los momentos) le brotan las ideas. Las puede escuchar, registrar, y además, llevarlas a cabo. 

Mi trabajo durante estos meses fue proveerle recursos, para que sintiera confianza, para que se pusiera a prueba, para que el enojo se moviera a un lado y se pudiera escuchar/ organizar. La posición enojada no lo dejaba hacer otra cosa que enojarse. Con él, conmigo, con la tarea, con el día feo. 

Cuando en la supervisión hablamos de las intervenciones en el proceso de aprendizaje del paciente, de cuando la psicopedagoga empezó con las letras y lecturas, con las ejercitaciones y la búsqueda de ideas para trabajar, sentí algo que hoy toma mayor relevancia: que si ella no hubiera ofrecido ese silabeo, hoy la escritura que dejó su paciente como cierre del proceso, no hubiera sido posible.

Eso es lo que que hago en mi trabajo de psicopedagoga: registro y valoro todos los papeles arrugados y hechos bollito porque ahí fue cuando volvimos a rehacer, a seguir intentando, cuando volvimos a decir, a probar tantas veces como hiciera falta, revisamos los ensayos imperfectos, las equivocaciones y los pifies, las frases mal dichas y los pasitos inestables. Justo eso, ese es mi trabajo.

María Inés Acuña

Psicopedagoga

 

 

Por | 2021-05-29T15:23:17-03:00 junio 3rd, 2021|[ Novedad ], [Ser Terapeuta]|9 Comentarios

9 Comentarios

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    Silvina junio 4, 2021 at 12:12 pm - Reply

    Ser psicopedagoga es acompañarte cuando pensas que no podés , o cuando te lo dicen …o te frustas porque no te sale.
    Cuando te muestro caminos alternativos o quizá los buscamos juntos.
    Cuando me alegro en tus logros O
    apuesto a ellos cuando tardan en aparecer.
    Es una profesión muy poco valorada en la sociedad,pero es una profesión hermosa!
    Li.Silvina Trillini
    Psicopedagoga

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      María Inés Acuña junio 4, 2021 at 1:50 pm - Reply

      Hermoso Silvina!! Gracias!

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    MARÍA ALEJANDRA LÓPEZ junio 4, 2021 at 2:34 pm - Reply

    Uso a diario una taza que dice: ACOMPAÑAR LO QUE CRECE, PASIÓN DE EDUCADORES… a lo que agrego: DESAFÍO DE APRENDIZAJE PERMANENTE PARA PSICOPEDAGOGOS.

    Me encantó «el papel borrador» de esta semana.

    Nos seguimos leyendo!

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      María Inés Acuña junio 6, 2021 at 11:31 am - Reply

      Gracias Alejandra! Un brindis de café con esa taza inspiradora.

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    Analia Eugenia Garcia junio 4, 2021 at 4:21 pm - Reply

    Si pensamos en nuestra tarea así, recuperando bollitos, como quien recupera esa primera idea de poder y que por algún motivo,sabemos que hay muchos, eso que estaba escrito como huella de esperanza se desvaneció y ahí estamos nosotras!!! Devolviendo esa primera huella que se va hacer visible y volverá a recobrar sentido…

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    Eugenia junio 6, 2021 at 3:22 pm - Reply

    Bien por los papeles boliito que alguien sabe mirar! Maravillosa manera de pensar la profesión.
    Gracias por este post Maru!

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      María Inés Acuña junio 6, 2021 at 8:33 pm - Reply

      Gracias a vos Euge por leer y comentar!
      Beso!

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    Virginia da Ressurreicao junio 6, 2021 at 3:22 pm - Reply

    Trabajo como acompañante externa hace unos años y me he planteado muchas veces sí mi tarea es específicamente psicopedagógica. Algunas veces he concluido que no, porque esa misma tarea puede hacerla un psicologx o maestrx de educación especial.

    Pero leyendo tu artículo me doy cuenta de que no es el lugar en donde se trabaje sino la mirada que uno tenga. Así como existe la mirada clínica, hay una «mirada psicopedagógica» que es precisamente esta, la de confiar en el niño, festejar sus logros por más pequeños que sean y procurar que los demás crean en su potencial.

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      María Inés Acuña junio 6, 2021 at 8:32 pm - Reply

      Claro que sí! QUé bueno que identifiques esto Virginia. Gracias por tu aporte. Un abrazo!

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