Me habrán escuchado (o leído) decir que quienes trabajamos en la atención de casos complejos necesitamos tiempos de reparación personal.
Por eso a quienes paramos de trabajar estas semanas: ¡felices vacaciones! Nos las merecemos 😁 😉
Tomar distancia del consultorio, leer, estudiar, elaborar, meditar y dedicarnos a otras cosas, creativas, recreativas, reconstructivas, para luego volver a la tarea.
“¿Cómo es trabajar con niños pequeños? ¿te cansa?” me preguntó mi hermana-amiga María Eugenia.
Me quedé pensando… estar disponible para nuestros niños varias horas diarias, puede requerir de algún esfuerzo.
Estar verdaderamente en la sesión implica mantener muy presente qué le pasa y qué necesita. Conectar con él o ella desde la actividad. Estar en una acción/intervención, y a un mismo tiempo con la atención puesta en lo que se va dando. Sí claro, puede recargarnos.
Observar … analizar … tomar decisiones … producir una respuesta … volver a observar …. manteniendo activados la teoría, la práctica y la percepción personal, todo junto y al mismo tiempo.
¿Qué tal? Casi una misión imposible. Pero se aprende.
¿Cómo hacer? Primero creo que solo o sola, no se puede. Entonces,
🔸 Primero súper primero y por siempre jamás: estudiar y confiar en lo que los libros nos dicen. Leer metabolizando. Incorporar para hacer. Inquietarnos con nuevas propuestas. Explorar nuevos autores. Ampliar el vocabulario, refrescar la mente.
🔸 Luego, saber pedir ayuda. Tener maestros / colegas que nos inspiren, que nos corrijan, guíen, escuchen, sostengan, cuestionen.
🔸 También y muy especialmente con niños que requieren de mucha ayuda: trabajar en la interdisciplina. Formar y aceptar redes. Ensanchar nuestra práctica con los lados cubiertos por los otros profesionales que juegan su parte en estos casos. Participar aportando, escuchando, acordando.
🔸 Y (qué insistente soy!) … cuidarnos de no agotar la capacidad de disfrutar nuestro trabajo. No hay otra «máquina» para nuestro laburo que nosotros mismos. Nos tenemos que durar sanos y salvos.
Podría modificar el orden de importancia de cada ítem, pero eso depende de distintas circunstancias. Hay casos, hay épocas, hay estados personales que nos rearman el esquema.
No, no cansa, sigo pensando. Trabajar con niñ@s que nos desafían no cansa, más bien energiza.
Pongamos aparte el refuerzo positivo que nos trae ver los avances en ellos. La verdad es que la experiencia para uno mismo en ciertas sesiones puede ser muy feliz!
Se puede generar una adrenalina muy satisfactoria, se activan aspectos de uno que solamente funcionan en ese espacio. Y eso desde la explicación que quieran darle, es magia. Eso no cansa.
Psicopedagoga Clínica
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