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Cuando llega una consulta con la que sabemos que no nos vamos a sentir cómodos, hay una respuesta primera y concreta que es que no hay que trabajar con pacientes que no nos motivan.
Puede ser porque la problemática no está dentro de lo que yo me siento con capacidad para responder.
Hay edades y motivos de consulta con los que no trabajo por falta de experiencia y formación. No sé atender todo, más bien cada vez estoy más centrada y dedicada a una población en particular.
O porque la familia tiene características con las que no me siento cómoda.
Esto ya lo podemos sentir en la preentrevista por las características de la llamada. Una vez me llamó una mamá haciendo una especie de casting. Comparaba profesionales, lo cual está muy bien, yo haría lo mismo si no tengo recomendación y busco ayuda para un hijo. Pero el llamado contenía otra forma. No era solamente informarse o conocerme. Había algo de sacar ventaja. Por otro lado hay personalidades con las que no voy a saber manejarme bien. A veces es más claro con los manejos que hace la gente con el pago y el dinero. Ese es un parámetro bastante evidente. Pero también puede ser en la forma en que nos hablan, o la forma en que hablan de su hijo, o de la maestra. Hay pistas a las que hay que escuchar. Ciertas cuestiones serán las que deberíamos trabajar. Otras, son cuestiones de personalidad con las que preferiré no trabajar en absoluto.
O porque sé que no voy a compatibilizar con la escuela que ellos eligen.
Eso lo tengo muy claro, y lo lamento por si alguna vez me llaman por chicos de alguna de las escuelas con las que tuve chisporroteos. Digo esto: hay una decisión autónoma que toman las familias al inscribir a sus hijos en las escuelas. Decisión familiar, personal y consciente. Ellos eligen.
Y yo también. Hace tiempo que me he pautado a mí misma, que no puedo hacerme cargo de la batalla que deben dar ellos con esa decisión. Hay escuelas que promueven la ansiedad, que juzgan a sus alumnos y que ponen a las familias en un lugar de padecimiento con los que no acuerdo y nunca voy a comprender. Y no entiendo cómo hay familias que siguen eligiendo esto para sus niños.
Pero esa soy yo. Cada uno hace lo que mejor le parece. Dicho esto, y como la libertad es libre, si una familia manda a sus hijos a esa escuela, que lo resuelvan como y con quien puedan. Yo no entro ahí.
O porque algo del caso me conmueve y prefiero no estar a cargo de este tratamiento.
Somos seres sensibles, muchos de nosotros extra sensibles. Y vernos reflejados, confundirnos, con las vivencias ajenas es iatrogénico, es inadecuado, no debe ser así. Cuando pasamos momentos de duelo personal, o circunstancias de mucha sensibilidad para nosotros, no nos es posible tomar casos que contengan similares situaciones de vida.
Una familia me relataba que se asustó en una entrevista porque la profesional que los atendía, lloró (lo cual puede pasarnos a cualquiera de nosotros!!) emocionada por algo de la maternidad que se abordaba en esa entrevista, y se le mezclaba con cosas personales.
Atentos a esto! Nos conmueve la vida ajena cuando toca algo de nuestra vida: hay que trabajarlo. Estamos en un rol profesional y esto debe formar parte de nuestro equipamiento.
Debemos podernos ubicar en un lugar de ayuda en condiciones de ayudar, no lo contrario.
Entonces … sin vueltas … ¿qué hacemos?
Los derivo a alguien que pueda responder a la demanda.
Esa es la primer respuesta. Hay casos con los que no vamos, entonces ayudarlos a conseguir una persona que sí pueda, es la mejor y más honesta opción.
Pero pienso, y en mi experiencia me pasó, que también podemos darle una oportunidad a esos casos en los que no sabemos ni siquiera por dónde empezar.
No me refiero a esos casos donde mi terco reglamento interno dice que no quiero aceptar. Me refiero a esos que parece que no voy a poder. Esos nuevos casos, demandantes, desafiantes, fuera de programa.
Lo que nos pasa con frecuencia, lo veo en mí y en colegas, es que intentamos abordar a los casos por los lugares ya conocidos.
Es lógico, queremos trabajar desde donde nos sentimos afianzadas.
Pero hay pacientes que van a traer otras realidades, otros modos de aprender o comportarse, y eso nos va a resituar en un lugar de novedad.
Sin teoría, sin respaldo previo.
Podemos tomar el desafío o no. Ambas decisiones son sumamente válidas.
Con alguna de estas situaciones, lo que me fue pasando es similar a, si me permiten la analogía, cuando en una fiesta bailamos muy contentos todas las canciones que nos gustan, las que conocemos, las que todo el mundo baila y donde la fiesta se pone divertida. Pero ¿qué hacemos cuando viene una canción que solamente le gusta al disc jockey o al dueño de la fiesta?
¿Dejamos de bailar? ¿Bajamos el ritmo hasta entender de qué va esta cancioncita? ¿Bailamos más fuerte aún?
Vieron que siempre queda alguno en la pista marcando y disfrutando pasos que a nadie se le ocurrían.
Es porque bailar se disfruta por bailar, no es solamente por la música.
A veces explorando estos nuevos casos, surgen nuevas respuestas, nos ponemos a juego.
Y aquí la respuesta, la propuesta que podamos dar no será en automático.
La podremos desarrollar en tanto vayamos entrando y comprendiendo ese ritmo que nos propone.
Y es posible que los mejores pasos, los que más nos costaron, sean los más interesantes para nosotros.
Los pasos que sin esta experiencia nunca hubiéramos intentado.
¿Qué dicen ustedes? ¿Qué harían o hacen? Cuéntenme. Y como siempre, muchas gracias por leer.
Psicopedagoga
Que sabia que sos!!!!!
Me encanta, y aunque no sea mi profesión disfruto mucho tus comentarios, Ademas veo que es una gran ayuda para tus seguidoras. Bravo
Totalmente de acuerdo. No es posible trabajar con un paciente, cliente, o como se llame a quien le bridamos servicio y asistencia según la profesión que tengamos, si no existe empatía. En la vida elegimos o nos eligen y hay un dicho muy antiguo, muy español que dice «no soy monedita de oro para que todos me quieran. No todos son monedita de oro para nosotros. si no existe ese no se qué, que hace que unos y otros sientan que podrán entregarse para un recorrido común, en la vida o en una curación, es mejor seguir el camino. No digo de entrada, ni bruscamente. Pero luego de algún contacto o varias entrevistas el otro o yo percibiremos que no somos el uno para el otro. Y allí, a e buscar una forma cordial y digan de separar los caminos.
Quienes tenemos años de profesión, sabemos que esas situaciones se presentan y se presentarán, irremediablemente. Forma parte del ejercicio profesional y de la naturaleza humana… Y no pensar que no estamos en condiciones de perder ese paciente, ni ese cliente, ni esa compañía. La vida nos enseña, que siempre hay un después. Sí Maria Inés. coincido con vos. Aunque lo exprese de una forma más dura..
Qué desafío! Poder discernir si es alguien con quien no se puede trabajar por incompatibilidad o porque significa un reto a la búsqueda de nuevas y originales soluciones que de antemano no se saben e implican una búsqueda personal y profesional para brindarse al otro, con la complejidad de que ese otro viene junto a un armado familiar con el que también hay que lidiar… en lo personal recuerdo los abrazos que te daba mi hijo en silencio, quizá agradeciéndote tu disposición a guiarlo. Un abrazo!
hola me encanto el relato, y es proque en este momento paso por una situación similar y me sentí mal por que no podía enfrentarlo, siendo para mi una propuesta interesante ya que mi mayor experiencia es con adolescentes en secundario y este iba a ser mi primera vez en primario, y que luego de meditarlo entendí que mi reacción fue y es la mejor decisión Tome una integración con una niña muy dulce en escuela privada , cuarto grado y (no es que quiero comentar la discapacidad como un chusmerío pero lo tengo que aclarar) con discapacidad motora y rm por lo que se trasladaba con bastones o andador y tenía que sostenerla en todo momento y eso no era lo que me asustaba sino que su aula estaba en planta baja y el recreo se realizaba en PRIMER PISO Y SIN ASCENSOR todo por escalera y curva, un horror y la ida al baño era con total asistencia de mi parte por lo que me senti con muchísima responsabilidad que no era ni es algo que tengamos que enfrentar las maestras integradoras en una escuela, creo que la responsabilidad de la escuela al tomar niños con diferentes aprendizajes es con no solo el personal adecuado sino con la estructura indicada como por ejemplo un ascensor correspondiente . lamente haberlo rechazado al segundo día pero creí lo más indicado mi reacción ante lo que necesitaba la niña no me sentí con las fuerzzas para asistirla.
Hermoso pensar y repensarse…. Definitivamente me encanta bailar a tu ritmo… Cada post se mejora semana a semana… GRACIAS!!!!
Gracias por tu aporte María Inés. Para seguir pensando y aprendiendo de nuestra práctica .A mi me pasó de tomar casos que representaban un desafio y aprender mucho.
De poder decir también que no, porque no me sentía en ese momento personal con las energias suficientes para tal demanda y también por seguir mi intuición. Creo que es importante también escucharnos a nostras mismas para poder discernir y tomar la mejor decisión, siempre con respeto y amor. Acompañando a esa familia derivando o realizando sugerencias. Un beso
Coincido Mine y me encanta el respeto que siempre tenés para con los demás y para con uno mismo. Nada mejor que sincerarse y respetarse para poder comprometerse con el caso que uno toma. Y es cierto… A veces algunos casos dan miedo… Porque sabemos que no es un camino conocido como los q que venimos haciendo. Ahí estaría bueno afrontarlo pero también hay momentos en los que uno está preparado para los desafíos y momentos en los que no… un beso grande y gracias por tus reflexiones
Gracias por todos los comentarios. Todo lo que agregan completa la idea que comencé. Es fantástico este intercambio, muy enriquecedor.
«los mejores pasos, los que más nos costaron, sean los más interesantes para nosotros» Aunque a veces aprender a bailarlos nos cueste bastante, nos duelan los pies, y a veces querramos dejar de bailar, intentar, re intentar y no bajar los brazos es lo que te hace fuerte
Tus bailarines(casi mayores) ya en las canchas, aprendieron a bailar junto a vos y ahora, con todas las herramientas a cuestas andan bailando por la vida, a veces con canciones conocidas y a veces tratando de aprender a bailarlas.
De eso se trata, no? Qué bueno habernos encontrado. Un beso María.