A esta altura del año estoy retomando las reuniones en escuelas.
Por algunos nenes no hace falta. El trabajo no es tan consensuado con otros profesionales. Con escribir o llamar a la escuela, estoy orientada. Pero por otros chicos me reúno en la escuela y con el equipo interdisciplinario unas dos ó tres veces por año. Esta sería la última, porque estamos cerca del fin de año y no queremos hacerla con todo el trabajo y stress que ya sabemos.
Cuando somos varios que atendemos a esta familia, los equipos junto con las escuelas necesitamos tiempo y espacio para pensar, entre otras cosas lo que necesita el/la paciente, necesita la familia, la maestra, los profes y los implicados en este proceso en el mediano plazo.
Querremos revisar los logros y los objetivos pendientes.
Y hay que estar ahí. Para algunos chicos vamos a decidir cómo seguimos el año que viene, para otros tenemos que pensar si se cierra alguno de los procesos de trabajo.
Cuando nos reunimos a intercambiar se espera que podamos
- compartir nuestra perspectiva,
- dar ayudas,
- escuchar a los otros.
A veces somos un montón. Varios maestros, coordinadores, autoridades, terapeutas. A veces somos menos. Pero aunque la presencia física no sea posible, (mil agendas en conjunto es prácticamente misión imposible), que todos los implicados tomemos parte del encuentro, hace que el niñ@ y su familia puedan ser vistos y pensados desde un lugar integral.
Cada experiencia con una nueva familia, con nuevos profesionales, o con los conocidos pero ante nuevos desafíos, es una hermosa oportunidad de ponernos en acción y ver cuánto podemos aportar/recibir de nuestros pares de trabajo.
En general, si la comunicación fue buena entre las partes no nos vamos a encontrar con ninguna novedad fuera de agenda, y la idea será que podamos hacer un balance del año, intercalando puntos de vista y objetivos de cada uno. Queremos construir entre todos una imagen integrada de cómo está, cómo concluye el año nuestro niño/a. Pero podría surgir inesperadamente una serie de situaciones, a veces de reclamos, que no pudimos anticipar. Un ejemplo es cuando los procesos de aprendizaje se ven comprometidos por distintos motivos y la escuela va a tomar decisiones con las que diferimos. Es lógico, la escuela puede ser comprensiva, pero espera apoyos de parte nuestra y puede haber quejas, reproches. A todo le deberíamos dar espacio, a los acuerdos y a las diferencias porque cuando dejamos en el freezer estas disrupciones se pueden traspasar rápidamente al vínculo de alguno de nosotros con esa familia.
Pero también puede ocurrir que no podamos establecer comunicación con los otros profesionales o escuela de esta familia. Que nuestros abordajes no coincidan y que cada especialidad ponga interés en cuestiones muy diferentes a la de los otros. Que trabajemos en forma estanca, sin conexiones ni intercambios. Cuando algo de esto pasa, me pregunto si no hay un componente que tiene que ver con las elecciones de la familia.
Si el trabajo específico con un hijo (nada menos!!) es fuertemente permitido o delegado por la familia sin tener implicancia, por ejemplo en dejar hacer sin involucrarse, en cómo se entienden quienes se ocupan de sus hijos, en cómo evaluamos los procesos los terapeutas… es por algo. No se trata solamente de que no nos hablemos entre los profesionales por falta de tiempo o de voluntad, o que no hablemos a la escuela porque cada uno hace lo que le toca. ¿Es razonable que ellos-familia se mantengan ajenos a estos procesos en paralelo que se están dando? ¿Se dan por enterados que no hay encuentro entre quienes nos ocupamos de su hijo? ¿Buscaron informarse y saber qué hacemos, porqué, cómo y con qué objetivos? Es derecho de ellos participar y decidir. Y desde mi forma de verlo, es también su responsabilidad.
Pero veamos si algo de esto se puede estar jugando en la elección que ellos sostienen. Porque podremos promover diálogos, podremos asesorar a la familia en estas cuestiones, pero si el límite llega, algo nos estará comunicando esta no- comunicación. Mantener este sistema de trabajo me animo a decir que refleja lo disfuncional de la situación y que ellos encuentran comodidad ubicándose en los grises que se producen entre las terapias o espacios.
Esto es serio. Puede tornarse en algo muy serio para nuestro trabajo, y deberemos decidir sobre cómo manejarnos. Yo necesito pautas claras, trabajar en equipo, confiando en la honestidad en el trato y en el diálogo. Necesito hablar y pensar respetando la palabra y visión de mi par. Y sobre todo necesito estar segura de que si estamos trabajando, lo hacemos bien. No yo sola, sino todos en conjunto.
Hoy me puse seria, pero hay temas que me preocupan y dejarlos para después o que se resuelvan solos … no sirve. Ni a mí ni a mi paciente.
Cuénteme ustedes, como siempre les digo nos seguimos leyendo!
Psicopedagoga
Excelente como siempre
Gracias José. Un cordial saludo!
Que reflexiones interesantes las que planteas!, justamente en estos días en los que los acuerdos con una escuela y la familia de un paciente, parecen estar estancados…en una meseta…donde las sugerencias ofrecidas y las orientaciones dadas fueron escasamente estimadas. Esto por un lado me genera una reflexión permanente de mi parte para revisar y evaluar qué fue sucediendo, pero por otro lado también sirve para pensar las responsabilidades que todos los que rodean al paciente poseen en este sentido. Gracias por este artículo, me sirve de «gran sostén reflexivo».
Gracias a vos Carla!
Muy bueno!! a mi también me sirve de gran sostén reflexivo sobre la propia practica. Gracias!!