Palabras dichas, palabras oídas

 

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos.

 

En el marco del trabajo terapéutico las palabras toman una fuerza que desconocemos. Podemos decir algo con cierta intención, pero la interpretación de quien lo recibe puede ser totalmente particular. Y ese vector deberíamos poderlo anticipar.

Muchas veces algo que dijimos, queda en el registro de la familia como algo valioso.

Hace un tiempo encontré por la calle a una mamá. Mi paciente ya es grande y hace muchísimo que no lo veo. Me gustó saber que está muy bien. Ella me dijo: “guarda en su escritorio un papelito tuyo sobre cómo concentrarse para una prueba, lo tiene siempre con él”.


Suelo hacer junto a mis pacientes viñetas para representar y puntualizar algunas pautas que creo/creemos importante objetivar. Por ejemplo para eso: Cómo hacer una prueba.

O procedimientos, pasos que pensamos que es importante recordar.

Esta tarjeta la hicimos trabajando la letra cursiva:

Escribir en cursiva, obviamente conlleva una cantidad de práctica, de desarrollo de destrezas, y de decisión! por parte del escribiente, que claramente con una «notita» no se van a consolidar.

Pero lo tomamos como un ritual, un juego. No tiene más intención que la de reforzar lo que decimos en la dinámica del trabajo a través de lo visual, de lo escrito. Es hacer un punto y aparte en la acción, para pasar en limpio lo que estamos haciendo. Explicitar lo que para muchos es obvio. Hay chicos/as que necesitan escucharlo y pensarlo.

Para nada le doy a ésta, entidad de que sea una intervención con suficiente fuerza como para modificar formas de trabajar de un niño/a. El trabajo psicopedagógico tiene otro carácter. Pero me gusta, es un modo de ¿redondear? el trabajo hecho desde otros lugares.

Otra mamá me contó que mi paciente, su hijo,  bebe con frecuencia agua. Prefirió no tomar más gaseosas después de una vez que le dije: “si sentís que no estás tranquilo, podés tomar un poquito de agua. Eso te ayuda a estar mejor”. ¡Me sorprendí tanto! Él lo asumió como una solución viable.

Hace muchos años, pero muchos… una muchachita de unos 12 años, me dijo «vos tocás los botones así» y me mostró: con el reverso de mi dedo, con el nudillo.

Ella había observado que para llamar el ascensor yo hago ese gesto. Y para prender la luz del pasillo también. Si hay un gesto totalmente imperceptible, era ese. Por lo menos para mí, pero para ella ese fue un dato de quién soy, de cómo hago algunas cosas. Bien por ella.

¿Y desde nuestro lugar?

Estas anécdotas me dejan pensando. Que algo que digamos, o hagamos resuene con esa fuerza, que tenga valor de intervención por inintencionada que sea, que tenga efecto, que dure, tiene que ver sin lugar a dudas, con el contexto en el que es dicha.

Pero…

¿Somos lo suficiente conscientes de que somos mirad@s/escuchad@s con especial atención?

Aprender a expresarnos, con cuidado, respetando la comprensión de nuestro interlocutor, es un trabajo inmenso. En mi caso, es una de las herramientas que mantengo en la lista de lo que tengo que seguir profundizando:

  • Cómo digo lo que digo.
  • Cómo digo sin dictaminar, al mismo tiempo sin suavizar, sin negar, con contundencia, pero sin agresividad.
  • ¿Cómo digo-escuchando? Si eso es posible…
  • Cómo digo desde el registro de esta familia, y no desde mi idiosincracia.
  • O cómo digo lo que pienso, si cuando me preguntan, me doy cuenta de que no están en condiciones de escuchar la respuesta.

Porque nosotros también los miramos. Vemos lo gestual, percibimos las emociones que se juegan, lo que pasa por debajo de lo que ellos nos muestran.

Una vez, una pareja me dijo: “por culpa tuya Fulanito está en esta escuela, vos nos dijiste que vayan los dos hermanos a la misma escuela.”

Quedé perpleja. ¿Pude haber dicho a qué escuela tienen que ir hijos de una familia que no es la mía? Pude haber dicho que al elegir una escuela, hay que pensar horarios de hijos en simultáneo, traslados, actividades extracurriculares, amistades… seguramente dije algo parecido a eso. Lo acepto. ¡Se lo debo haber dicho a montones de familias! Porque lo pienso. Porque es más fácil cuando los hermanos van a la misma escuela. Pero no creo haber dicho “anoten a sus dos hijos juntos”. Y si lo dije, error mío. Esta pareja no estaba en condiciones de revisar mis dichos y yo no lo anticipé. Elegir escuela lleva demasiados elementos como para decirles desde afuera qué deben hacer. Aunque su hijito sea mi paciente. Diferente es ayudar a pensar una variedad de escuelas, darles información y opinión sobre lo que conocemos de las escuelas con las que hemos trabajado o tenemos referencia.

Para nosotr@s estar produciendo discursivamente es un trabajo metacognitivo interesante. A la vez que somos nuestros propios escuchadores de eso dicho, estamos anticipando cómo están recibiendo el mensaje.

Y el timing:  tener sentido de la oportunidad, de cuándo y cómo decir, manteniendo el eje en la lectura que hacemos de nuestro paciente, sin olvidarnos de cuál era la intención de nuestro mensaje, pero haciendo una selección cuidadosa de las palabras, del momento y formas de comunicarlas. 

Entonces, esta construcción personal de nuestras formas de transmitir, este proceso sostenido en el tiempo, y que se renueva con cada familia, necesita de la interacción objetivada, de estar atent@s a cómo nos reciben, y tal vez, escuchar más, para poder decir mejor.

Nos leemos pronto!

María Inés Acuña
Psicopedagoga

Por | 2019-10-30T12:56:09-03:00 octubre 10th, 2019|[Familias], [Ser Terapeuta]|7 Comentarios

7 Comentarios

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    Javier Samudio noviembre 13, 2018 at 7:17 pm - Reply

    Excelente post y muy buen blog! Éxitos en esta hermosa carrera de escribir. El blog es nuestro refugio donde explayamos y plasmamos nuestras mayores pasiones.

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    Felicia Burlando octubre 11, 2019 at 1:07 am - Reply

    Leyéndote aprendo mucho. Y eso que no compartimos profesión. Muchas gracias De este artículo recibí aportes jugosos a poner en práctica.

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    Fernanda Gomez octubre 12, 2019 at 10:27 am - Reply

    La verdad, me encanta y a la vez, brinda información muy relevante. MUCHAS GRACIAS!!!!!

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    Cris octubre 12, 2019 at 11:20 am - Reply

    Como siempre, me nutren tus reflexiones y me ayudan a seguir interpelando mi práctica.
    Gracias.

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    Jeny octubre 12, 2019 at 1:49 pm - Reply

    Excelente artículo!! Gracias por compartirlo. Saludos

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    Karina octubre 18, 2019 at 10:35 am - Reply

    Me gusta como decribìs lo que pasa con lo que decimos y como coincide con lo que me pasa en el trabajo dìa a dìa. Me quedo con
    «Cómo digo sin dictaminar, al mismo tiempo sin suavizar, sin negar, con contundencia, pero sin agresividad.» y «escuchar mas para poder decir mejor»
    Te sigo leyendo! Gracias!!

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      María Inés Acuña octubre 18, 2019 at 9:04 pm - Reply

      Gracias a vos Karina por tu lectura!

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