Sobre el final del año

Tiempo de lectura estimado 6 minutos.

 

Para despedir este año quiero compartir con ustedes el fin de un tratamiento de muchos años con una querida paciente.

Como muchos de los nenes con los que trabajo, esta nena llegó a mi consultorio cuando tenía menos de 5 años.

Los chicos y chicas que tienen algún desafío en su desarrollo llegan a los tratamientos en edades pre-escolares. La mayoría, hagamos una estadística casera, tiene demoras en el desarrollo del lenguaje. Que sin dudas va a impactar en el desarrollo de las funciones cognitivas y de la comunicación. Y en las cuestiones vinculares y conductuales. Y luego en su inserción social y escolar. Y también cuestiones familiares y de desarrollo personal. O podemos cambiar el orden de los factores y poner como antecesor cualquiera de estas situaciones y como consecuencia a las demás, y estaríamos en el mismo panorama. La punta del ovillo es difícil de discriminar, pero el ovillo ahí está y hay que meterse con lo que está enredado y que parece imposible. Podemos teorizarlo desde el punto de inicio que quieran, pero palabras más, palabras menos, estaremos en el mismo punto de inicio.

Lo primero que nos van a pedir es una evaluación. Acuerdo. Hay que tener un punto de arranque. Y poder compartir con los demás profesionales actuantes las conclusiones y los objetivos que vamos a trabajar para formar la red de atención de este niño y su familia.

Pero ¿cómo hacer para meter en dos/ tres hojas la vida de un chico? ¿Cuatro hojas? Dale. Cuatro hojas. … Da igual… decime cómo hago para sintetizar todo lo que observamos y pensamos sobre este paciente.

Bueno, te propongo que recortemos. Pongamos sólo lo relevante a fines interdisciplinarios. Escribamos lo que los colegas necesitan recibir:

  • Nivel de desarrollo cognitivo.
  • Cómo juega.
  • Cómo dibuja.
  • Comprensión.
  • Cuánta memoria
  • Cuánta atención.
  • Cuántos, qué y cómos.

En algunos casos lo vemos claro, los datos son nítidos. Las respuestas a los tests coinciden con lo que se observa. Pero otros nenes nos traen el interrogante de qué hay bajo la superficie. Vamos a decir lo que podamos objetivar, lo que se evidencia, pero la capacidad real seguramente sea otra.

Siempre digo: todavía no empezamos a trabajar, esto es la foto de hoy. Reevaluemos más adelante. Organicemos, demos herramientas, apoyos, trabajemos potenciando y después podremos concluir. Lo que hoy es un déficit, tal vez es una forma peculiar de resolver problemas. Lo que es una carencia, tal vez no es tanto si consideramos la totalidad del panorama.

Listo. Ya lo escribimos.  Ahora ¿por dónde y cómo empezamos a trabajar?

Sigamos con mi paciente, esta nena de la que me despedí muy emocionada luego de ocho años de trabajo. Hoy es una jovencita realmente hermosa. Encantadora y adorable. Cuando la conocí era una nena que estaba muy desorganizada, con mucha dificultad para establecer relación con los otros, con un déficit en el desarrollo del lenguaje muy importante.

Se sentía muy perturbada por pequeñas situaciones ambientales. Con ella aprendí cómo vibran los vidrios de las ventanas cuando pasan camiones por la calle. O que las gomas de borrar y las tizas tienen olor y textura. O que las hojas de cuadernos acarician distinto las mejillas, que las cartas españolas. Y que esas percepciones pueden alterar intensamente el foco de atención. Esas pequeñas sensaciones se pueden volver un mundo más potente que todo lo demás que nos rodee.

Ella conoce todos los juegos de mi consultorio. Sabe el nombre de muchos de mis otros pacientes y me pregunta por ellos. En estos años fui muchas veces a su escuela a observarla y a reunirme con las docentes. La vi en clase de música, en el patio. Vi fotos de los actos. Conozco todos sus libros de estudio. Trabajamos montones de lecturas, de cuentas, de contenidos. Con la directora tuvimos una comunicación continua.  

Necesitó apoyos pero pudo avanzar. Y entre todos se los pudimos dar.

Lo que ella y otros chicos con desafíos en el desarrollo me enseñaron es que hay un período donde el trabajo interdisciplinario debe ser muy intenso. Y que vamos a pedir a la familia un compromiso que es demasiado para cualquiera. Pero que salir del punto más bajo para poder establecer algunas bases y luego construir, es una prioridad.

A esta nena la atendimos en una época una fonoaudióloga, una psicóloga, una terapista ocupacional y yo.

Al tiempo quedamos sólo la fono y yo.

Cuando damos alta en estos casos, es más bien un fin de tratamiento, porque siempre quedan cuestiones a trabajar. Pero si cumplimos nuestras metas, es bueno dar un paso al costado y dar espacio a que se den nuevos procesos. Yo de hecho, cerré mi trabajo, pero la va a seguir acompañando otra psicopedagoga en otra modalidad. Estoy segura de que va a ser una experiencia positiva porque la capacidad de esta nena es enorme. Se mantiene un poco dispersa, desorganizada, es ansiosa, pero la situación de ella y su familia ya no es lo que era.

Y a su manera, con sus rasgos infantiles y su necesidad de ser sostenida por los adultos que la acompañamos, va a poder.

Decía que hay que decidir. Hacer recortes y priorizar por dónde y cómo vamos a comenzar a trabajar.

Un buen primer objetivo podría ser llegar al trabajo en la mesa.

Eso que parece tan simple, es toda una conquista de la regulación de sí mismo, de la capacidad de postergar, de la disponibilidad para el trabajo organizado. Y no es por donde empiezo. Es hacia donde quiero llegar.

Si mi paciente tiene 3, ó 4 años, seguramente va a ser más adecuado jugar en el piso, con juegos y juguetes que se dispersan, moviéndonos y desplazándonos por el espacio. Lo que propongo es que lo acompañemos en un proceso donde el espacio que ocupe tenga sentido. Que los juegos que hacemos vayan teniendo una forma y un contenido para ambos. Claramente como hablamos de nenes chiquitos, no espero secuencias y argumentos elaborados. Pero sí espero que podamos tener el acuerdo y la claridad de que estamos juntos compartiendo esa actividad. Que los materiales que usamos nos sirven para cumplir esa actividad. Y que es algo que empezamos, lo jugamos y lo terminamos. Intento dar sentido a ese juego, que al principio seguramente será caótico y desorganizado.

Ese juego que cada vez estará más cohesionado. Y así, dentro de la misma participación conjunta, voy a querer de a poco llevarlo al espacio de la mesita baja. Todavía cerca del piso. Apoyando a un costado o en un banquito, al lado y cerca los materiales que podemos ir postergando.

 

 

Necesitamos armar este espacio, establecer este nuevo sitio para trabajar e intentar producir algo: un dibujo, un modelado con plastilina, un registro gráfico de lo que hicimos. Si él o ella todavía no lo hace, yo dibujaré o haré un plano de lo que armamos con los juguetes, o escribiré lo que hicimos para no olvidarnos. Y él/ella sabrán qué dice ahí.

Y en la sesión siguiente podremos recuperar esa información que va dando una continuidad a lo que ya hicimos. Y de lo que podemos seguir haciendo.

Desde la mesita, y esto es en la secuencia entre sesiones, cuando esté preparado voy a querer llevar a mi paciente a que trabajemos en la mesa grande, manteniendo el juego hasta que podamos trabajar actividades más estructuradas.

Si miro el material de esta nena, de tantos pero tantos años de trabajo, encuentro hojas con grafismos, dibujos desordenados, primeras escrituras, letra despatarrada, figuras humanas muy primitivas. Y encuentro que progresivamente el orden fue cada vez mayor. La coherencia, la lógica aparecieron dando lugar a procesos cada vez más descentrados.

Ese caminito que hicimos del piso a la mesa de trabajo, la incorporación de formas de trabajo, de herramientas mentales dio la posibilidad, la oportunidad para aprender lo que todos los chicos aprenden en la escuela. Este año hablamos de biomas, de ONG’s, de fracciones equivalentes.

Estos contenidos, abstractos, absurdos, artificiales, convencionales, se volvieron posibles por todo el trabajo hecho durante estos años. Dice en el informe que escribí sobre ella 8 años atrás, que la capacidad de imitación era muy buena y que ella asimilaba lo que se le enseñaba. A veces sin entender, sin contextualizar. Pero por ahí empezamos. Repetía frases, copiaba juegos. Buscaba reiterarlos.

Hoy ella ya no necesita copiar, ya sabe cómo y qué hacer. Y lo hace eligiendo y siendo ella misma. Por eso siento que mi misión está cumplida.

Por todo esto me despedí muy emocionada, porque los terapeutas también tenemos que procesar la despedida.

Ahora empieza una nueva etapa. Lo explicamos, lo dijimos y decidimos juntas que así va a ser mejor. 

Buenas vacaciones y en febrero la seguimos.

María Inés

Por | 2019-02-28T15:03:38-03:00 diciembre 26th, 2018|[La interdisciplina]|8 Comentarios

  1. Fabiana Schvartz diciembre 26, 2018 at 8:49 pm - Reply

    Que importante poder correrse en el momento adecuado! Con la satisfacción de lo logrado y sabiendo que todo lo que hiciste por esta nena es ganancia para ella!

    Muy lindo e interesante!

    Felices Vacaciones!!!

    Fabiana

    • María Inés Acuña diciembre 26, 2018 at 11:05 pm - Reply

      Buen descanso Fabi! Un cariño

  2. Daniela diciembre 26, 2018 at 11:56 pm - Reply

    Cada post una enseñanza nueva …. Un hasta pronto con muchas ganas de seguir leyendote…. Gracias x este espacio, gracias x la generosidad…. Gracias x ser una profesional tan generosa

  3. Virginia diciembre 27, 2018 at 11:43 am - Reply

    Qué lindo María Inés! Buenas vacaciones!

  4. María diciembre 28, 2018 at 8:23 am - Reply

    Muy bueno!!

  5. Lilian diciembre 29, 2018 at 11:26 am - Reply

    Siempre es enrequecedor leeerte Mia.

  6. Ivana Corraddo enero 7, 2019 at 11:56 am - Reply

    Inspiradora como siempre! Qué lindo leer tu trabajo !
    Buen descanso en las vacaciones!!!

  7. Patricia A. Nuñez febrero 7, 2019 at 7:31 pm - Reply

    Me emocionó leer tu relato sobre el desafío que es iniciar el camino junto a tu pacientita orientándola en ese caos que su cabecita cuando llega por primera vez a vos en búsqueda de ayuda. Valoro tu trabajo y lo agradezco de corazón. Abrazo!!!!

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